Conociendo nuestro espacio en palabras de la directora artística de SENDEIRO,
A N I T A M A R TÍ N E Z.
El nombre y la inspiración general son el resultado de
Infinitas lluvias de ideas durante las sobremesas de invierno.
Como pauta a seguir solo teníamos en mente que el color principal corporativo tenía que ser verde, su color favorito.
Verde, naturaleza… tras repasar todo tipo de cítricos, hierbas y árboles, dimos
con esta palabra tan bonita que casi los incluye a todos, Sendeiro.
Además, a pesar de ser una palabra en gallego, es fácil de pronunciar en castellano, más o menos obvia de traducir
y nos evoca al instante la sensación de paz y belleza propia de nuestros montes.
Además, a mi este sustantivo me parece casi un adverbio, ya que algo que va «sendeiro» me parece
que suena a «que fluye despacio».
Nos encantaba la idea de crear una atmósfera mágica que recordase a los paseos
por el monte, entre infinita vegetación y árboles centenarios.
Fue así como nos fuimos imaginando un estilo autóctono de otra época.
Uno que nos recordaba al interior de los pazos gallegos, a casas solariegas del s. XIX,
a las viviendas burguesas de aquel momento e incluso un poco a casa de abuela
de los años 50, con sus mueblecitos de madera, sus visillos y el olor tan característico de alcanfor,
bizcocho recién hecho y a leche calentada en cazo.
Alrededor de todas estas ideas fue creciendo el imaginacio sendeiro.
Habíamos mirado con Sonia la posibilidad de utilizar zeliges artesanales para
revestir el mostrador o alguna pared de las cabinas,
nos parecían preciosos por su belleza rústica e irregular.
El color 1043 de Mosaic del Sur nos sirvió como inspiración para el color principal.
Nos encantó porque nos recordaba al tono que toman las hojas de arboles en otoño cuando estas empiezan a amarillear.
Este verde dorado tan bonito y distinto nos permitiría incluir amarillos y rojizos,
así como emparejarlo muy bien con tonos ciruela, el otro color corporativo.
En plena Plaza Ravella, este bonito edificio data de 1900.
A todos nos pareció ideal, de techos altos, luz natural, y atención, ¡paredes de piedra!
¿Hay algo más rural que una pared de «piedra del país»?
Descartamos la tarima flotante por incompatibilidad con las zonas húmedas
y por su apariencia poco auténtica.
Fue entonces cuando empezamos a darle vueltas al concepto de las casas modernistas y
pensamos que un porcelánico que imitase el suelo hidráulico sería una buena opción:
es higiénico, apto para todo tipo de estancias, duradero y muy decorativo.
Barajamos varias opciones hasta que Sonia se enamoró de un modelo que nos encajaba en presupuesto y colorido.
Fue, sin duda, el detalle que más halagos recibió el día de la presentación.
Para el alicatado de los baños optamos por uno rústico beige en formato 13×13.
Para el plato de ducha escogimos el color 1023 de la carta RAL.
Como color de fondo escogimos un verde lima muy clarito de la carta universal NCS, que empastaba perfectamente con el papel pintado escogido de la marca inglesa Sanderson.
Los textiles también eran un elemento clave al que queríamos dedicar mucha atención;
ayudarían a transmitir la sensación de calidad y a potenciar el ambiente de hogar que queríamos conseguir.
Las camillas se vistieron con sábanas hechas a medida y colchas
brocadas de Zara Home mientras que para las cortinas y los tapizados
escogimos telas florales de estilo inglés.
Para el 90% del mobiliario optamos por piezas de segunda mano.
Nos parecía una manera muy bonita de reciclar y a la vez conseguir un estilo único y auténtico de otra época.
Durante meses nos recorrimos un montón de anticuarios, centros Reto,
tiendas de oportunidades y ferias, buscando las piezas perfectas.
Nos apetecía más crear una atmósfera bonita que iluminarla en exceso.
Salvo para la iluminación estrictamente funcional, que recurrimos a tiendas convencionales,
para todo lo demás, elegimos lámparas antiguas que reacondicionamos para el proyecto.
Para las tres estancias principales elegimos puertas dobles de líneas clásicas para facilitar el acceso sin renunciar a la estética.
Las manillas de latón antiguas son de una ferretería con muchísimos años de historia
que atesora piezas que se fabricaban en España con su nombre.
Para el cuarto de baño nos gustaba la idea de utilizar una puerta antigua de verdad, quizás tipo granero, de corredera…
finalmente, encontramos unas bonitas puertas de casi tres metros de alto que nos enamoraron.
En el anticuario nos comentaron que provenía de una casa situada en el casco histórico de Santiago.
Nos llamó la atención el detalle de esquinas lobuladas en sus tallados y los escudos en cada una de las hojas.
Las puertas están hechas de pino tea,
una madera de muy buena calidad que ya no se suele usar.
En carpintería se encargaron de reponer el marco en uno de los lados, retirar la cerradura
y de sellar lo imprescindible para su posterior pintado.
Digo lo imprescindible, porque queríamos mantener las grietas causadas por el paso de los años.
Desde un principio supimos que el aseo también tendría su protagonismo con detalles
especiales que lo hiciesen único.
Decidimos mantener un trocito de la pared original. Enseguida nos vino a la cabeza
la idea de recrear el patio interior de «casa de abuela»:
con su grifo de jardín, su lámpara de porche, las plantitas, etc.
En el siguiente enlace podréis ver en detalle el estado del local y del mobiliario antes de su restauración.
www.anitamartinez.com.es-sendeiro-el-previo
SENDEIRO
A continuación os dejamos una galería de fotos en la que podéis visualizar algunos de los detalles de Sendeiro que os he ido contando y que voy destacando en las siguientes líneas.
En la pared principal podéis ver el verde dorado corporativo y un mostrador recuperado de una antigua droguería.
Presidiendo la tienda y centrada con el pasillo una imponente lámpara de bronce y de doce brazos con detalles florales.
Para aligerar un poco las paredes altas, decidimos añadir vanos creando así interesantes juego de luces.
Se mantuvo, y en algunos casos se destapó y encintó toda la piedra que rodea el bajo comercial en las paredes que dan al exterior.
La piedra es un elemento que aporta mucho carácter al centro.
Una estantería francesa gris, sirve de expositor.
Cómo os contaba más arriba, el color verde lima se utilizó para paredes, puertas y techos, y suelos dibujados para todas las estancias.
Para las jambas de las puertas y el rodapié que rodea todo el interior, se escogió un tono crudo que contraste de manera sutil el verde lima principal y el beige del suelo.
“Quiero farolillos alumbrando el camino”, me decía Sonia.
En el pasillo se prescindió de luz cenital para crear una atmosfera de otra época.
El rincón para los tratamientos de manos y pies está preparado para la máxima comodidad de cliente y esteticista.
Se optó por no poner puerta ya que las paredes laterales aportan la intimidad suficiente.
Presté especial atención a los acabados.
Cuando se escoge un diseño tan marcado en un azulejo, es muy importante tener en cuenta los remates y los encuentros entre piezas y ángulos.
Tras las imponentes puertas y para sorpresa de muchos,
se encuentra el baño de cortesía.
Desde un primer momento lo quisimos tratar con la misma importancia que las demás estancias.
Para ello pensamos en recrear un “patio de la abuela” con sus plantas,
su farolillo, su regadera y su lavadero.
En el interior del aseo mantuvimos una esquina con las paredes originales del edificio;
todavía se puede ver la marca de las antiguas escaleras en la pared.
La pila de piedra recuperada con el grifo de jardín hacen la pareja perfecta.
La salita de espera está formada por una pareja de sillas y una antigua lámpara con pie de bronce.
Para ese trocito de pared que incluye un armario,
elegí un papel con diseño muy ligero y delicado, al igual que la tela de las sillas,
ambos de Sanderson.
Ambas cabinas están equipadas con diferentes tipos de luz ambiente,
climatización e hilo musical.
Para la zona de trabajo elegí una superficie de mármol de carrara combinado
con unos módulos de madera.
La grifería, los lavabos y los pomos son de inspiración retro.
Para la primera cabina elegimos una ducha de resina que está perfectamente enmarcada por azulejos rústicos.
En la segunda cabina se encuentra el tesoro de la casa,
una bañera exenta para tratamientos de inmersión.
El centro cuenta con un pequeño despacho que se encuentra al final del pasillo.
El techo bajo hace que esta estancia resulte muy acogedora.
Aquí destacaría la bonita tocinera a modo de escritorio.
El color crema de la mesa junto con el perchero de los 70’
aportan un toque femenino a la estancia.
Una lámpara de estilo “ferro art” con pantalla de pergamino, es la única encargada de dar luz ambiente y general.
Un pedacito del rural gallego en medio de una villa en plena costa de Rías Baixas que invita al relax y a la desconexión.
DIRECCIÓN ARTÍSTICA
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